Mi experiencia en el jubileo es principalmente dar gracias a Dios. La verdad que me costó entrar en la peregrinación porque me apetecía mucho hacer los planes de la diócesis como la misa de españoles o el encuentro de madrileños, compartir este evento con toda la iglesia, sin necesidad de dormir en la comodidad de un hotel o albergue, peregrinando de verdad, en comunión, aún así doy gracias a Dios por lo vivido y por momentos clave que yo creo que darán fruto si los guardo y los cuido.

La primera cosa que me ayudó fue el poder vivir la peregrinación con gente que conozco desde que nací, amigos que conocí en la JMJ y en el primer día de autobús en el jubileo. Sentirme acogida y querida por los peregrinos, por los catequistas y especialmente por los sacerdotes ha sido clave. Un momento que me ayudó mucho al principio de la peregrinación fue que nos contaran la historia de san Agustín en donde está enterrado, una historia que ya conocía, pero que al estar donde el estuvo caló de manera distinta. Que el Señor me recordara que toda persona pecadora tiene un futuro, por muy loca que haya sido su vida, me dio bastante esperanza, porque yo también puedo ser santa.
El hecho de que los patrones del jubileo hayan sido, los ya santos, Carlo Acutis y Pier Gorgio Frassati, dos jóvenes que desde 2021 y desde un mes antes del jubileo han sido clave en mi conversión. También grabé unos blogs que fui subieno a mis redes sociales hasta el día de la vigilia con el papa y grabarlos me ayudó bastante. Hasta la vigilia con el papa no me ayudo casi nada más. Llegar a Tor Vergata y ver a tantísimos jóvenes adorando a Jesús me hace recordar que lo que creo es verdadero. Me ayudaron también las palabras que dijo el papa sobre la amistad, que las verdaderas amistades, las buenas, son las que se fundamentan en Cristo. Esa noche fue bastante mágica, encontrarme con amigos de tantos países y ciudades que he ido conociendo a lo largo de las peregrinaciones que hemos ido haciendo, gente a la que durante en curso es muy complicado de ver, me las encontraba allí porque Jesús nos había convocado.
Me quedan sólo dos momentos clave que contar, el primero es cuando fuimos al vaticano a cruzar la puerta santa, ver toda la basílica de san Pedro, poder rezar al lado de sus restos, pero lo mejor…Volver a cruzar con Edgar la puerta santa para ir a rezar a la tumba de san Juan Pablo II, privilegios de ser amiga del cura: nos saltamos toda la cola para volver a entrar por la puerta santa.
Y por último, la visita a Asís. Para mí visitar Asís fue sentir como si estuviera yendo a mi pueblo, a ver a mis primos. La espiritualidad de san Francisco y santa Clara es bastante importante en mi vida, me ayudaron a encontrarme con Dios y siempre me han acompañado, y poder estar en el lugar donde ellos vivieron ha sido increíble. Pero me siento más afortunada de haber podido conocer a quien considero mi amigo, el ya santo Carlo Acutis, a quien tenía ganas de conocer ya que ha sido alguien fundamental en mi vida. La visita a su tumba no estaba programada, porque no era santo aún, entonces los catequistas no lo considereaban importante. Entonces en la hora libre que nos dieron para comer decidií que yo iba a ir a conocer a mi amigo, que si me sobraba tiempo ya comería. Llegué a la iglesia y estaba bastante emocionada, pude estar delante de su tumba casi 40 minutos. Le conté todo, como si fuera un amigo al que llevas sin ver mucho tiempo. Le pedí también que intercediera ante Jesús por todos mis familiares y amigos, y pude nombrarles uno a uno. No quería salir de allí, pero empezaba la visita a la iglesia donde estaba santa Clara enterrada, así que con mucha pena me fui. Irme de Asís fue como cuando te vas del pueblo, te despides de tus amigos y familia para irte y no sabes muy bien cuando vas a volver a verles. Pero sé que tengo un amigo en el cielo rezando por todos!
